sábado, 16 de febrero de 2013

Directrices éticas para periodistas deportivos de Canadian Press, The New York Times y Associated Press Sports Editors (APSE)

El periodismo deportivo es un ámbito informativo donde algunos profesionales llegan a establecer una relación de peligrosa proximidad con sus fuentes más habituales, en este caso deportistas, entrenadores, agentes, directivos de clubes, comerciales o promotores de eventos. Hasta tal punto es así que resulta una exigencia para el periodista discernir en todo momento entre trabajo y amistad para mantener la imparcialidad, no supeditar la verdad a cuestiones personales siendo al mismo tiempo juez y parte, y, de esta forma, no acabar menoscabando la confianza de los lectores a los que se dirige ni la credibilidad del medio al que pertenece.

Mantener la credibilidad pasa por proceder de forma ética en los procedimientos de captación, selección y jerarquización de los contenidos, aplicando criterios rigurosamente noticiosos e independientes. El periodista ha de mantenerse liberado de cualquier tipo de presión o influencia que pudiera suponer el haber sido invitado por una fuente a la presentación de un acto o a la cobertura de un evento posiblemente con la intención de lograr una crítica favorable o una cobertura más amplia de lo normal. Esto suele traducirse en no aceptar regalos, más allá de los que puedan considerarse como un mero gesto de cortesía, ni viajes o alojamientos pagados, salvo circunstancias excepcionalmente necesarias.

Igualmente, la labor de periodista en cualquier redacción deportiva no puede ser desempeñada de forma simultánea con un trabajo en el departamento comercial o de publicidad del mismo medio o de otros, en la organización de alguna prueba o competición, así como tampoco es compatible hacerlo a la vez como relaciones públicas o miembro del gabinete de prensa o comunicación de algún club, federación, entidad o administración que participe en el ámbito del deporte. Cualquiera de estas situaciones supondría para el periodista deportivo un claro y costoso conflicto de intereses que comprometería seriamente su independencia de criterio periodístico.

Para evitar este tipo de circunstancias que pueden llegar a comprometer la integridad profesional de sus periodistas y alertar sobre posibles abusos cometidos en los últimos años, diversos medios de comunicación en Norteamérica han confeccionado códigos de conducta específicos para profesionales de la información deportiva. Entre ellos, se encuentran la agencia canadiense Canadian Press (1989) o, más recientemente, The New York Times (2004). En ambos casos, toman prestados y asumen los principios éticos generales del medio, a los que agregan otros particulares dirigidos a los profesionales que se dedican a informar al público de resultados de competiciones.

Según señala Lawrence A. Wenner en su obra Mediasport (1998), el código de ética de Canadian Press para su departamento de Deportes recoge entre las responsabilidades básicas del periodista las siguientes tareas:

1. Realizar una completa investigación previa a la emisión de cualquier información
2. Citar a las autoridades competentes y atribuir las fuentes de toda información
3. Actuar con imparcialidad en aquellas noticias que afecten a varias partes o donde exista controversia y la ecuanimidad en el tratamiento de ambas en el cuerpo de la información
4. Establecer una clara separación entre información y opinión
5. Admitir públicamente la comisión de errores publicados y rectificar con la mayor prontitud posible

Por su parte, The New York Times en su Ethical Journalism (A Handbook of Values and Practices for the News and Editorial Departaments) también dedica un capítulo propio a la sección de Deportes:

1. Ningún miembro de la redacción deportiva podrá realizar apuestas de ningún tipo de acontecimiento, salvo en aquellas actividades que se realicen ocasionalmente con carácter recreativo y dentro de un marco legal
2. Excepto en el caso de las credenciales de prensa para la cobertura de una competición, los redactores de Deportes no aceptarán entradas, gastos de viajes, comidas, regalos ni cualquier otro tipo de beneficio de equipos o empresas promotoras de eventos (A criterio de los jefes de sección, los periodistas tendrán permiso para aceptar refrescos que suelen ofrecerse en la zona de trabajo para la prensa durante los partidos)
3. Los periodistas deportivos designados para cubrir partidos no servirán de anotadores para ningún equipo

Entretanto, colectivos profesionales como the Associated Press Sports Editors (APSE), entidad que aglutina a profesionales de la agencia y de la mayor parte de medios impresos de Estados Unidos, cuentan con códigos éticos específicos. Las directrices de APSE, que desde la década de 1970 ha promovido el profesionalismo y los principios éticos del periodismo deportivo, se refieren a los siguientes aspectos clave:

1. No aceptar viajes, comidas o alojamiento pagados por ligas, clubes u organizadores de eventos. El periódico es el que ha de cubrir los gastos de sus trabajadores
2. Rechazar regalos o descuentos que tengan un valor significativo, así como entradas gratis (para acceder a los recintos deportivos ya están las credenciales)
3. Evitar conflictos de intereses entre la actividad puramente periodística y otras propias del mundo del deporte como oficiales anotadores de puntos en un partido

Asimismo, este código incluye pautas sobre el tratamiento de las fuentes informativas:

1. Solo con carácter excepcional se utilizarán fuentes no atribuibles y en cualquier caso será exigible la verificación de la información
2. La información se basará en fuentes primarias. Si el reportero utiliza notas que no sean propias, deberá hacerlo saber a los lectores y deberá citar la procedencia de las mismas

En cada uno de los tres casos mencionados, los códigos de conducta periodística no pueden cubrir todas las situaciones y dilemas éticos que se plantean a diario en la profesión. Por ello, cada periodista deberá aplicar el sentido común y el buen juicio a la hora de aplicar las recomendaciones que recogen estos textos y adaptarlas a las circunstancias particulares de su medio de comunicación y al público al que se dirige.

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