jueves, 14 de junio de 2012

Recaredo Agulló: "En el Diccionario de la Real Academia las definiciones de algunas modalidades deportivas pueden producir sonrojo, y en otros casos las ausencias claman al cielo"

El estudio de léxico deportivo cuenta en España con consumados especialistas. Uno de ellos es, indiscutiblemente, Recaredo Agulló (a la izquierda en la imagen).
Doctor en Filología y Licenciado en Historia Contemporánea por la Universitat de Valencia, es autor de varias obras relacionadas con la lexicología, la lexicografía y la sociolingüística del lenguaje deportivo en lengua castellana. Entre sus trabajos más sobresalientes, figuran el Diccionario España de Términos Deportivos (2003) y la coordinación del área de Deportes de la Gran Enciclopedia de la Comunidad Valenciana (2005).

Periodismodeportivodecalidad ha tenido la ocasión de conversar con este tenaz investigador para conocer su particular visión sobre la aportación al idioma del lenguaje deportivo, que en las últimas décadas se ha granjeado, con todo merecimiento, el reconocimiento de las principales instituciones académicas del ámbito panhispánico.

- El léxico deportivo no deja de innovar, de aportar palabras nuevas al diccionario y de contribuir así al ensanchamiento del idioma. Al ser un campo léxico tan amplio y diverso, con tantas modalidades, ¿cómo se aborda su estudio?

- No es tarea fácil pero sí apasionante. El estudio del léxico deportivo demanda una enorme sensibilidad para todo aquello que engloba la palabra deporte, y esto ya es de por sí mismo es una dificultad. Se puede abordar el estudio desde dos planos: la prensa escrita y la prensa oral. Creo que la primera es más segura pues permite un análisis más sereno y completo. Estudiar el léxico deportivo a partir de los programas radiofónicos puede aportar más imágenes y creaciones léxicas inesperadas, si bien requiere una mayor complejidad en el tratamiento de datos. Igualmente, podemos centrarnos en unas décadas determinadas o tratar de proyectar un marco más espléndido.
También se puede trabajar unos deportes determinados marcados por una palabra: la pista, el balón, el agua, el caballo, la mano armada, la mano desnuda, la montaña, la nieve, el motor, el aire y otros.

- No obstante, da la sensación de que siguen existiendo diferentes criterios para delimitar conceptualmente qué es deporte y para acotar su terminología. Realmente ni los diccionarios (generales y de uso) ni las enciclopedias han sido capaces hasta ahora de ponerse de acuerdo a la hora de referirse a lo que significa la palabra deporte. ¿Es quizá esto el principal problema que comporta abordar una investigación en este campo?

- El problema no radica en la definición de la palabra deporte, más bien creo que la pregunta correcta es para qué hago deporte. Tanto la señora de 60 años que acude esta mañana a una clase de aquagym como el joven que en el instituto tratará de aprender a encestar en suspensión en el aro hacen deporte; uno lo calificamos como deporte para la tercera edad y otro para escolares. Así tenemos adjetivos que nos sirven para completar el aspecto que queremos estudiar: escolar, profesional, recreacional, amateur, competitivo, etc y nombres que nos explicitan los fines que busco con la práctica deportiva: amigos, creación de hábitos saludables, desafío, emociones, esfuerzo, salud, superación, viajes, y otros.
Lo más triste es cuando el deporte sirve para matar un animal o acabar a golpes con la vida de una persona. En ambos casos, personalmente, creo que esas actividades no tienen nada que ver con la voz deporte. No olvido tampoco a todos aquellos que ingieren sustancias para conseguir con las drogas aquello que no pudieron lograr en las canchas, o a esos equipos o deportistas que se dejan ganar.

- Incluso las marcas difieren. El DRAE en su última edición define el fútbol como juego mientras que, curiosamente, el fútbol americano adquiere la categoría de deporte.

- Hasta fechas muy recientes, Barcelona 92, la Academia de la Lengua Española no prestó mucho interés al estudio del léxico deportivo. Las definiciones de algunas modalidades deportivas como el lanzamiento de jabalina pueden producir sonrojo, y en otros casos las ausencias claman al cielo. Asimismo, las definiciones se perpetúan de una edición a otra. En honor a la verdad, en la edición de 2001 se ha mejorado mucho. Se diría que los académicos por fin han descubierto que más allá del fútbol también hay salvación.
En lo que concierne a las voces juego y deporte en realidad es simplemente una reminiscencia del pasado. El juego forma parte de la infancia. En el solar en el que yo jugaba de pequeño al fútbol había un equipo de cinco jugadores que porfiaba contra otro de siete. El juego era el pretexto para pasarlo bien. Hoy el deporte posee para algunos un componente altamente competitivo y algunos padres desean que sus hijos les solvente sus problemas económicos o realicen los sueños que ellos fueron incapaces de realizar. En el momento que hay una estricta reglamentación desaparece el juego y entramos en el campo del deporte.
Esta pregunta demanda una amplia respuesta y no creo que con estas líneas haya podido aclarar algo. De todos modos, bueno es recordar que en el pasado el jeu de paume, el juego de pelota golpeada con la palma de la mano, sirvió de modelo a muchas creaciones léxicas posteriores.

- ¿Cómo fue su experiencia en este sentido a la hora de confeccionar todo un Diccionario de Términos Deportivos?

- El Diccionario fue el resultado de una tesis sobre la formación del léxico deportivo entre 1790 y 1909. Quise conocer cómo iban llegando las voces deportivas. Los caminos que recorrían y las reacciones que suscitaban en la prensa escrita. No olvidemos que los periódicos fueron la gran herramienta de comunicación del siglo XIX.
Una vez leída la tesis José Antonio Pascual, presidente del tribunal que la valoró, me aconsejó publicar todos los datos que aportaba y completarlos con el siglo XX. Tuve la suerte de que Espasa me publicara el trabajo y todo ello me ha permitido poseer un amplio panorama sobre el deporte desde varios ángulos: historia, sociología, lingüística, medicina y economía, entre otros.

- Esta obra es un vasto repertorio que incluye unos 10.000 vocablos empleados en cada una de las disciplinas deportivas existentes, muchos de los cuales todavía no han sido aceptados todavía por la Real Academia Española. ¿Es cuestión de tiempo que así sea o depende de la modalidad?

- Es cierto que muchos términos deportivos nunca entrarán en el DRAE, y es una pena. Un diccionario debe reflejar el momento histórico en el que se edita. Si una palabra acaba por desaparecer o ser sustituida por otra, se le suprime en la próxima edición. Un diccionario debe ser un notario y recoger aquello que formó parte esencial de un campo determinado del léxico en un momento determinado. Ello ayudará en el futuro a los estudiosos de la lengua a comprender un campo en el que la creación de imágenes ha logrado impregnar la práctica totalidad de las actividades humanas.

- El empleo o abuso de extranjerismos y su posible adaptación y correcto uso en español es uno de los principales caballos de batalla en el día a día del periodismo deportivo. ¿Cuál es su opinión al respecto?

- No creo que los extranjerismos sean problemáticos. Hoy en día el estudio de las lenguas extranjeras, y en especial aquellas que se hablan en Europa, ha dejado de ser un hándicap. Lo que viene de fuera más tarde o más temprano termina por ser asimilado. Lo que es preocupante es la falta de interés por el conocimiento. Lo que es una pena son los trabajos de copiar y pegar. Lo que no tiene ningún sentido es el deprecio del saber.

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